3/7/09

Vergüenza ajena

Volviamos de un campamento, y aca debo hacer un pequeño paréntesis.

Durante toda la primaria y secundaria tuvimos campamentos. La convivencia durante algunos días con tus compañeros y los profesores era genial; los juegos, las actividades, las carpas, las comidas, los cantitos, las fotos, las risas. Todo todo era perfecto. Los días más felices de mi vida, los pasaba en los campamentos del Tano. El Tano es de esos profesores que vuelve todo chistoso, que tiene facilidad para inventar cantitos que riman y te mandan al frente, que te saca una sonrisa hasta cuando estas a punto de desmayarte en Sierra de la Ventana; es un profesor con alma de profesor, de esos que quedan pocos. Es el día de hoy que me lo sigo cruzando y lo abrazo con todas las ganas, añorando aquellos tiempos.

Cerrando el paréntesis, vuelvo al micro de vuelta. Gritos, cantitos, risas, algún que otro mala onda que dormía en el fondo y nosotros disfrutando de nuestros diez, once, doce años. Empezó una discución sin sentido con los chicos de 6º (un año mayores a nosotros). Era más personal que otra cosa. Alan contra Abigail.

Abigail es una de mis mejores amigas y una persona super especial (posiblemente vuelva sobre ella en algún post), pero tuvo una época cuando éramos más chicas, que era bastante insoportable y le caía mal a mucha gente. La discución cerró masomenos así:

Alan: Callate tarada, te hacés la linda y nadie te banca.

Abigail: Si si seguro (haciendo carita de nena superada)

Alan volvió a su asiento, haciendose el malo. El micro susurró cosas.

Nosotras nos miramos incomodas, detestabamos quedar mal en esas situaciones en las que A discutía con argumentos vacios.

Cuando creimos que el episodio había terminado ella se paró y grito muy segura:

"Volvé al inodoro, sorete"



Fue avergonzante, todavía se lo recordamos.

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