8/7/09

La porrera, la victima y la victimaria

No se por qué me acordé hoy de ese día.

Estabamos en 7º, nuestro aula estaba al fondo y como en un subsuelo. Ahora que lo pienso era bastante fea, pero tengo hermosos recuerdos de ese año y de mi secundaria en general en ese colegio.

Estabamos en hora de plástica. La profesora: Piu. Una vieja loca que te felicitaba por tu dibujo y a la clase siguiente lo rompía delante de todo el curso diciendo que era una cosa antiestética y desagradable, que te cruzaba en un recreo y te saludaba y al siguiente te hacía un comentario de mal gusto y dirijiéndose a vos por apellido. Tipico de ella era descalzarse en clase o quedarse dormida mientras los más "rebeldes" le tiraban polvo de tiza en la cabeza.

Resulta que la vieja empezó a sentir olor a porro en la clase y nos dio un extenso sermón respecto al olor a porro y a lo bien que ella sabía distinguirlo porque tenía mucha calle. Cerro el discurso diciendo que ella lo sabía reconocer porque era de barrio y de jovencita se agarraba a piñas sin ningún problema y salió del curso buscando porreros que, obviamente, jamás encontró. Fue una confesión divertida y seguimos riendonos del episodio a lo largo del día. Hasta que llegó Ramona, la de lengua.

Mujer más seria, asquerosa e irónica creo que no conocí. Tendria cuarenta y pico, pero se vestía como una señora, hablaba lento y hacía chistes sin gracia que la hacían parecer de otra época. Ese mismo día teníamos prueba de conjugación de tiempos verbales y se sentía tenso el ambiente. Toda la vida tuve facilidad con las letras así que nunca fue una materia preocupante para mi y siempre estuve disponible para explicar preteritos y modificadores. Ramona terminó de dictar y empezó a caminar por el curso. El panorama que recuerdo es: silencio absoluto, miradas desesperadas pidiendo ayuda, sus botas impecables resonando contra el suelo y Abigail nerviosisima.

Justo yo tenía la mirada en ella cuando abrió cuidadosamente su cartuchera y giro una especie de cajita con fibroncitos pequeños para leer algo, leyó y la volvió a cerrar. Respiré aliviada con ella. Si bien no nos sentabamos juntas estaba cerquita y mi amiga se estaba macheteando, y machetearse en aquella época era una gran osadía. Pero evidentemente estaba jugadísima y necesitaba todos los tiempos porque cada dos segundos abría la cartuchera, tuve miedo a que se le falseara el cierre tanto abrir y cerra.

Pero fue peor.. Ramona se acerco hacia ella y dijo:

"Que tiene tan importante ahi que abre la cartuchera a cada rato?"

Abi empezó a temblar.

Abrió la cartuchera y encontró la hermosa caja con fibroncitos adentro con un papel que decia tiempo y conjugación.



Soltó una risita y dijo: "Enriquez, tiene un UNO"

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