10/11/09

Convivencia

En la convivencia se ven los trapitos sucios. Salen a la luz las costumbres, el pijama feo, los malos hábitos, la cara destroy, las ñañas, las obsesiones.

En Bariloche me alojé en una habitación con Luz, María y Marcela.

Vi a Maru despeinada con sus anteojos culo de botella revolviendo la valija llena de ropa arrugada repetiendo sucesivas veces que quería a su madre allí para que le haga orden.

A Marce la escuché quejarse por todo, la vi demorarse en recolectar lo necesario antes de entrar a ducharse y la encontré preguntando por prendas suyas extraviadas los siete días.

Pero de Luz solo recuerdo que desde el segundo día comenzó, sostenidamente, a preguntar por su bolsa con ropa sucia perdida. Una vez, dos veces. Todas buscamos entre nuestras cosas, hasta Maria en su nido de gatos. Tres veces, cuatro veces. Buscamos abajo de la cama. Luz preguntando, cinco veces, seis veces. La bolsa brillaba por su ausencia.

El último ella día fue la primera en bajar a desayunar y antes de salir gritó:

"Fijense que acá en el placard quedó algo eh. Y mio no es"



La satisfacción que sentí al llevarle a Luz la famosa bolsa, haciendole carita de gané, fue inexplicable.

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